un intento noble tanto por rescatar la vena clásica y racional detectivesca sembrada por una de sus autoras cumbre como por manifestar las posibilidades de las adaptaciones modernas
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Asesinato en el Expreso Oriente: fallida adaptación de la obra de Agatha Christie
Kenneth Branagh (“Enrique V”, “Hamlet”, “Volver a Morir”) solía ser el especialista en las traducciones fílmicas del gran Shakespeare, especializando su mirada como actor, director y productor en lujosas adaptaciones del Bardo que son consideradas, a la fecha, como algunas de las versiones más logradas al respecto. Recientemente ha buscado diversificarse e incluso actualizar su labor creativa desarrollando proyectos con los que hace tan solo algunos años no lo asociaríamos como una exitosa iteración de “Cenicienta” o un fallido nuevo capítulo en la saga de Jack Ryan. Ahora pretende retomar una senda relativamente clásica con “Asesinato en el Expreso de Oriente” (Murder on the Orient Express, 2018) , nueva adaptación al texto de Agatha Christie que ya ha visto revisiones tanto en pantalla grande como chica siendo la más recordada aquella filmada en 1974 por Sidney Lumet con Albert Finney como protagonista acompañado de un reparto multiestelar que incluía glorias del viejo Hollywood como Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Sean Connery y Vanessa Redrgave, entre otros. En aquel entonces, tal acto debió considerarse un espectáculo imperdible tanto por la trama como por la conjunción de esas bestias sagradas del cine. Actualmente Branagh, quien produce, dirige y protagoniza, pretende realizar la misma faena reuniendo en pantalla a célebres histriones como Johnny Depp, Daisy Ridley, Judi Dench, Josh Gad, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Michelle Pfeiffer y Olivia Colman pero todo termina en una espectacularidad mal entendida que no se beneficia de un guion tibio y protocolario incapaz de aportar elementos a la muy sabida historia fraguada por la inmortal escritora hace casi cien años.
Branagh interpreta al sagaz y mordaz Hercule Poirot, detective belga que rivaliza con Sherlock Holmes en cuanto a poderes deductivos al ser capaz de identificar los elementos clave de cualquier misterio con prontitud y que porta ostentosamente uno de los mostachos más extravagantes en la historia de los investigadores literarios. Al abordar el Expreso de Oriente, tren mítico que originalmente cruzaba Europa hasta su arribo a Estambul, con el sano fin de reposar después de un caso, se topa tanto con el repentino asesinato de uno de los pasajeros como el averío de la máquina por un alud. Los ingenieros trabajan a marchas forzadas para reparar el tren y recuperar su ruta mientras Poirot trabaja contrarreloj para encontrar al asesino antes que ataque de nuevo ¿Será la mujer obsesionada con su puritanismo que recita constantes admoniciones de perdición (Penélope Cruz), o la condesa avejentada que añora su días de gloria en la Madre Rusia e incapaz de empatizar con sus semejantes (Judi Dench)? Tal vez sea el extravagante profesor alemán de espejuelos profundos (Willem Dafoe) o la núbil joven que parece esconder algo allende su adorable faz (Daisy Ridley). La situación se complica cuando todos y cada uno de los pasajeros parece tener un vínculo con la víctima, por lo que cualquiera puede ser el homicida.
La dirección de Kenneth Branagh es elegante, cuidadosa en su puesta en escena y de atmósferas evocativas, pero muy derivativa de los ejercicios técnicos y estilísticos a la Hitchcock (planos secuencia, tomas cenitales extendidas, contrapicados, etc.) para acentuar la naturaleza misteriosa del relato, mas todo comienza a desmoronarse cuando la narrativa simplemente no logra sostenerse ante el desgaje de personajes y su pobre exploración psicológica (algo que aquejó incluso a la misma Agatha), conduciendo a un clímax accidentado donde la labor detectivesca de Poirot se reduce al sometimiento de la voluntad de los personajes a sus deducciones, y por ende al sometimiento del espectador, quien no puede hacer nada para evitarlo. Este tal vez sea el problema principal de la cinta, ya que Hercule puede fascinar a la audiencia los primeros minutos ante sus asombrosas observaciones que dilucidan la naturaleza del caso o sus participantes, pero Branagh lo lleva a un frenesí de metodología intelectual que funciona mejor en las páginas de un libro para su gradual comprensión y paladeo de quien lo aprecia. Aquí es simplemente subirse al tren del pensamiento del protagonista y dejarse llevar sin que sienta la menor empatía por el público.
“Asesinato en el Expreso de Oriente” es un intento noble tanto por rescatar la vena clásica y racional detectivesca sembrada por una de sus autoras cumbre como por manifestar las posibilidades de las adaptaciones modernas al insertar componentes que le eran ajenos al material fuente como sentido del humor, acción (mesurada, por supuesto) e incluso la diversidad étnica que ahora se exige en cine al transfigurar un personaje caucásico en uno de ascendencia africana. Pero ni las mejores intenciones pueden corregir el rumbo de un tren narrativo que, debido al peso de sus propias inconsistencias y pretensiones, termina por descarrilarlo.
La entrada Asesinato en el Expreso Oriente, un descarrilamiento de Agatha Christie al servicio de Kenneth Branagh se publicó primero en CineForever.
